roce de eternidad con infinito

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entrar es fácil... salir es difícil

Este sepulcro integro en el que el cielo deja caer su mirada detonándolo en un torrente de pasadizos que de pronto se encuentran con la noche a boca de jarro.


es el punto

donde nos damos cita…

con nuestras pobrezas

con nuestras confiterías

nuestras torturas sin ornamentos.

ella lleva consigo una bocanada de saetas que me lanza al rostro, descubierto por la liturgia de una mariposa que en mi boca aletea versos y los convierten en besos

La gigante palabra de entrañas

cargada de lápidas, se lanza al aire

buscando conjurar la derrota

que amordaza el cristal de mis rimas…

una glosa nada glamorosa atraviesa por mi centro y me deja una herida en carne viva. ensombrecidas voces. las manos se crispan y rodean mis pensamientos de granito. a mis pies la sombra se evanesce al ritmo de una lastimera canción

Señales de un trasfondo

que musita bisectriz de Zion

sin fin ni principio, hasta nunca sin jamás

en pestañas que esperan ser abiertas a la luz


La audaz palabra que recuerda cautiverio en gestos de ambigua escritura, textos que retozan en la lengua con su textura de suspiros y de vida incierta.

De esa manera las letras apagadas cobran vida y con versos encendidos abren sus labios que dejan escapar un silbo sin corazas. que a la vez quema con una sola voz


aire de amor

que osa penetrar las vacías vasijas

así fermenta la dicha que estimula

esquinas y ángulos sonrientes… / la vida

guarda las formas exteriores que la lengua aglutina

Ella viene a reclamar la lengua de mi boca, el dolor primario junto al gozo del éxtasis, ritual esencial de la liturgia de una rosa negra que ama en rojo, se planta y dice a sus rivales:
¿ustedes son las que deslealmente me van disputar latencias?

Hay un sepulcro de luz

(en realidad es un limbo mimetizado)

escondido en una cripta soterrada de milenios.

Pensé que permanecería oculta, pero son tan intensos sus brillos prismáticos. su esplendor de misterios. un jugo en frascos horadados de sentencias y alegrías.

Una oración ungida de piedras de esmeraldas que registran la decodificación de los secretos ascendiendo al goce de las pupilas, catafalcos de historias enloquecidas, sarcófagos con sus entrañas iluminadas de caricias

Locura congénita en sintaxis desmedida

reflexiones de piel en floraciones de pericia.


Es cuando los filos van clavándose

como mamparas de ruidos enmudecidos

sepultando deseos sin lógica

para un determinado espacio-tiempo.

Mas ellos reconociéndose se abrazan. Se tocan, se miran, se besan, con delicia inédita en el placer indefinido, el pulso de vida late, se desbordan, se envuelven de retinas y pupilas al roce de eternidad con infinito

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