Deja que la brisa sea mi testigo

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entrar es fácil... salir es difícil

decidí amarte
porque desde hace tiempo
te escuché en mis sueños
y en mis sueños fuiste luz
mi salvación
que corre como savia por mis venas

percibes mi timidez sonrosada
mi secreta inquietud
como un hilo conductor,
como algo vinculante
pero indescifrable
a la hora de la puesta del sol

tu adquisición, tu perdida
tu sufrimiento, tu dicha
nos encontramos en el puente
sobre el torrente ondulante…
y vives extendiéndote sobre ese mar
que te conecta conmigo

que te pregunta asustadizo
qué tienen de bueno mis olas
sí no puedes sentir el vaivén sobre tu cuerpo
la bravura de su brisa, el rumor de su paso
qué tiene de bueno el viento, sí
no puedes sentir el toque sutil
de este amor en ráfagas acariciando tu piel
en redondo y persistes sobre un mar de dudas

o sí despiertas a tono
y el estremecimiento súbito…
lo percibes como corrientes subintrantes
de sutileza emergiendo de tu rostro,
de tu entrepierna y de tu cuerpo

sí al estar en el núcleo de tu aliento
me das vida y te hago sentir la fuerza
del fuego que arde y llamea dentro de vos
de ser plenamente yo, el que anidas
estremecimiento genuino
que desconoce las heridas
a espaldas
y los límites
tú que lo comprendiste
deja que la brisa sea mi testigo

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